Guillermo
Coria: Nada de magia
No es magia. Es real. Es el fruto de un trabajo serio, responsable; de un esfuerzo diario. De creer en uno mismo. De "creérsela" en el buen sentido. De no concebir otra alternativa que no sea ganar.
Coria gana... y gana... y gana...
Ganó 3 torneos consecutivos (Stuttgart, Kitzbuhel y Sopot) sobre polvo de ladrillo. Como hecho anecdótico, perdió solo 41 games en 2 torneos, sin ceder un solo set. En esta superficie sufrió una sola derrota en casi 30 partidos disputados. Ya tenía en su haber este año las finales de
Buenos Aires y del Masters Series de Montecarlo. Junto a ellos, el título en el
Masters Series de Hamburgo y semifinales en Roland Garros.
Coria a base de una admirable solidez y enorme picardía, “una mano” (o dos) increíble, y un hambre deportivo a toda
prueba, aniquilina la mente de sus rivales. Con un tenis que muestra muy pocas fisuras, una actitud de lucha constante y un no ceder jamás un punto por menor importancia que éste tenga, “convoca” a sus rivales a ceder en sus aspiraciones, y en algunos casos, los logra llevar hasta el frustrante deseo derrotista, de que el partido termine lo antes posible.
Su drop shot es letal, una mezcla por momentos de talento, soberbia y menosprecio.
Hacía 14 años que Argentina no tenía una seguidilla de victorias similar.
Guillermo Coria, a los 21 años, es hoy el 5º jugador del mundo en el Entry System y el
4º en la Carrera de Campeones.
El “cuco” de sus ampollas en las plantas de los pies parece diluirse.
Coria gana... mata... y gana...
Sus ambiciones y sus ilusiones se van cumpliendo a pasos agigantados... de tener “temor” de enfrentar a su ídolo,
Andre Agassi, pasó a derrotarlo con autoridad; de la humildad santafecina se insertó en la elite más alta del tenis mundial; de las suspensiones “malditas” le pisa los talones al
Masters; de tener que soportar aquel parate obligatorio, se lo considera hoy uno de los mejores, sino el mejor jugador de polvo del mundo.
La ATP lo bautizó como el “nuevo rey del clay”.
La magia se llama Alberto “Luli” Mancini, como entrenador; Javier Trevisán como preparador físico;
Horacio Anselmi en pesas y el Dr. Javier Maquirriaín, su médico. La magia es su trabajo, su dedicación y sus ganas.
La verdadera magia es su deseo y su hambre.
Un “moderado hambre” que lo lleva a ambicionar apenas 3 cosas: ingresar en el Masters (último torneo que reune a los 8 mejores jugadores del año... sólo Guillermo Vilas y José Luis Clerc estuvieron allí), ganar la Copa
Davis, y llegar nada más y nada menos que a tocar la cima del Ranking Mundial.
|
Prof. Hugo Borra
Director de "A pleno Tenis"
|
|