¿Competir
o Cooperar?
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2da. parte
¿Cuál es la posición
de la Educación Física ante estas discusiones?
La
Educación Física refleja estas contradicciones y también mantiene entre ambos
términos -competir y cooperar- una notoria ambivalencia. En general, entre nosotros, se dice
privilegiar el compartir y cooperar. Sin embargo, la práctica muestra que
en casi toda competencia colegial, los
equipos se arman con los mejores. Y los mejores -ya se sabe- solo
excepcionalmente han aprendido sus habilidades deportivas en la escuela.
Aparece con claridad el doble discurso. Consiste en expresar ciertos
valores -sobretodo en las reuniones con docentes de otras especialidades-
y actuar exactamente al revés de ellos. Los profesores de Educación Física,
frecuentemente:
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Buscamos
el triunfo de nuestro
equipo a cualquier costo.
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Aceptamos seleccionar, clasificar y eliminar a los menos aptos.
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Olvidamos
que si la competencia es formativa, todos deben tener acceso a ella.
De
acuerdo a lo expresado hasta aquí parecería que:
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Existe
un discurso pedagógico predominante que supone que competir no es
cooperar. Que afirma que una cosa es incompatible con la otra. Sin
embargo, en la práctica, se vislumbra con claridad que ese discurso
pedagógico se respeta sólo de la boca para afuera.
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También
existe una Aparente realidad Real
que se vive en el deporte de rendimiento: en él, lo importante es
el resultado de la competencia, la marca, el momento sublime del récord.
Puede
suponerse, entonces, que existe un desajuste entre las concepciones teóricas
de la Educación Física y
del Deporte. Que es lo mismo que decir que existe un desajuste entre las
concepciones teóricas de la filosofía y la realidad social.
Es
cierto que siempre se ha supuesto que ciertas diferencias entre la Educación,
la Educación Física y el Deporte eran claras. Por ejemplo:
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El
Deporte alienta la superstición (muchos deportistas no entran a la
cancha sin cumplir ciertos rituales): la Educación la destruye.
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Los
Deportes necesitan de la excelencia, la Educación acepta la
mediocridad hasta sus últimos límites. En todo caso, propone
comenzar desde donde se está y llegar hasta dónde se pueda.
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Las
personas se identifican con los deportistas. En una época necesitada
de ídolos, los campeones producen una especial fascinación. En
cambio, no existen héroes de los estadios en la Educación
Física.
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El
Deporte premia la ambición, la Educación desafortunadamente
(sobretodo en los últimos años) la rechaza y la trata con sospecha.
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Es
razonable suponer que el Deporte enseña a reconocer límites, pero ésto no se observa con frecuencia. En cambio, ese aprendizaje es
insoslayable en el mundo de la Educación Física.
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El
Deporte es emoción, riesgos, lesiones, reconocimiento por el triunfo
y se transforma, casi siempre, en competencia contra
los otros y contra el otro. La Educación Física es emoción
controlada, los menores riesgos, la menor cantidad posible de
lesiones, aprender a perder y a ser competente con uno mismo.
Lo
malo es que cuando en la Sociedad se vislumbra un interés creciente por
el triunfo y un desprecio por los valores y las normas, esas diferencias
tienden a no advertirse. Y aunque el paradigma moral que caracterizó a la
Educación Física ha perdido vigencia, educar también implica ayudar a
desarrollar actitudes valiosas.
Por eso, el tema de los valores es crucial.
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