Delgadez
excesiva
Estar
muy flaco muchas veces no es sinónimo de estar saludable. Esta delgadez
puede indicar una ingesta menor a lo requerido por el organismo, tanto
en calidad como en cantidad de alimentos. La presión social por estar
delgado (propagandas gráficas, comerciales televisivos, etc.) lleva a
muchas personas, especialmente a las jovencitas, a no incorporar una
adecuada alimentación. Cuando no se incorpora la cantidad de energía y
de nutrientes necesarios puede disminuir la resistencia a las
enfermedades, retrasarse el crecimiento de los niños y alterarse su
rendimiento en los estudios. En los adultos puede afectarse el bienestar
y la productividad en el trabajo.
Debe
establecerse cuál es el motivo de la excesiva delgadez en algunas
personas. Es importante conocer si es una característica propia del
individuo (sus padres son delgados, mantiene desde hace tiempo este
peso, posee características de personas delgadas, huesos finos,
contextura física pequeña, etc.), o si su peso disminuyó a la vez que
se presentó algún otro síntoma: inapetencia, palidez, cansancio, tos,
etc., pautas ellas de posible enfermedad.
Sugerencias
para aumentar de peso
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Visitar al médico para determinar si el bajo peso es propio del tipo de cuerpo o se debe a alguna enfermedad, y en ese caso, tratarla.
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Comer varias veces por día en pequeñas porciones.
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Preparar comidas sabrosas y presentarlas en forma atractiva.
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Elegir alimentos de fácil digestión
y que no necesiten masticarse demasiado como flanes, purés, licuados, cereales, carne picada, pollo entre otros alimentos.
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Preferir alimentos en pequeñas
cantidades, que sean buenas fuentes de calorías y nutrientes (cereales, legumbres, quesos).
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Incluir dentro de los rellenos o preparaciones, alimentos tales como queso crema, crema de leche, port salut, de rallar, salsa blanca, leche en polvo, cereales y legumbres.
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Si es necesario el profesional recetará
preparados comerciales con alto contenido calórico y balanceados estratégicamente.
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Evitar en lo posible beber líquidos antes y durante las comidas.
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Evitar el agua con gas y las gaseosas. Tomar en cambio, jugos de frutas naturales, y licuados de leche con azúcar.
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Elegir alimentos de pequeño volumen y alto valor calórico como quesos duros, chocolates, mantecol, etc.
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Elegir alimentos enteros
antes que los descremados, jugos naturales a las gaseosas, carnes grasas a las magras, etc.
Recuerde
siempre que debe consultar a un profesional antes de cambiar
radicalmente su alimentación. Un cambio brusco puede producir
consecuencias secundarias innecesarias.
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